Espiral

Trasnochadas palabras, sin conocernos sin podernos mirar. Alquiladas certezas de sabernos conocidos. Risas computarizadas, risas a la distancia.

¿Puede el anonimato favorecer la comunicación? ¿Puede tu timidez ser más valiente en las frases digitales? Puede un domingo ser compartido.

Queríamos ser, una vez más, presos de la soledad con delirios de escape.Queríamos hablar desde la vereda de enfrente, como en cada cita a ciegas.Queríamos un mundo de fantasía con promesas de estrellas fugaces, como el cielo profundo y negro del Sur. Queríamos creer que la lejanía de la piel no evita sentir ,en la piel, lo que nos produce un encuentro entre dos personas.

Un dia, no era domingo precisamente, pudimos ser otra vez los mismos. El día amaneció con otros colores, con otro sabor.Un día pudimos ser conocidos y extraños, inconsecuentes y desconectados. Pero fuimos menos que desconocidos, sin bronca ni deudas.Decidimos callarnos, hablar por lo bajo, cada uno en su senda. Entendimos que no era momento y nada más. Con cada decisión algo se pierde; con cada intensión algo se gana.

La vez siguiente, el insomnio y el silencio crearon el escenario perfecto. No se supo más de aquel desencuentro, que el propio conocimiento de que a veces, nos desconocemos. Ahora volvemos a reirnos, como dos aprendices de lo que le negamos al pasado, al intentar cambiar el futuro. Sin embargo,siempre notamos un presente que tarda en empezar.