Desde la silla

Ahora tus palabras se atreven,
ahora las naves del silencio
salen al naufragio, ahora son llaves.

Quise guardarte algunas cosas,
no podía cuidarlas por eso me deshice
de ellas como de vos.

Asesinos recuerdos me acechan,
escondiéndose en el disgusto
de no poder olvidarlos.

Intento no morder como se muerde
lo que envenena con anestesia,
guardaré lo sentido para prohibirme
temblar con tus miedos.

Sin embargo, te escribo.
Desde la silla te miro
asombrado de que aún estés ahí.